Soles y sombras
Es bueno, cuando tiene dudas el crítico, volver al lugar de los hechos igual que un policía fisgón en busca de la verdad. Así actué varias veces acudiendo a este restaurante lleno de soles y sombras para dilucidar la verdad.
Existen dos caminos, en los restaurantes familiares que al socaire de un merecido éxito en un pequeño local de barrio (De Vicio), se trasladan al centro de la ciudad, a un local grande, cocina amplia, y decoración acertada. Normalmente la cocinera deja su responsabilidad directa para pasar a supervisar el producto y la carta. Se contratan cocineros y personal adicional. Es necesario, es lógico. Los turnos y el trabajo desbordante, lo exigen. Algunos restaurantes superan la prueba otros sucumben.
La primera vez comí como entrante, dos pequeñas raciones de “pato Pekín” que estaba completamente seco y el steak tartare posterior, lo sirvieron ¡caliente!. El salmonete en salsa de caldereta ibicenca anodino y la torrija caramelizada insípida y apelmazada.
La segunda vez, tomé un “capuccino” de parmesano y gambas servido en copa de cocktail de gambas. El capuccino era una mousse de excelente factura que despertaba las papilas gustativas nada más rozarlas. Sin embargo las gambas situadas al fondo de la copa con una salsa que me recordaba a la de los salmonetes no estaban a la altura.
El “rabo de toro sobre causa limeña y crujiente de vegetales” fue otra decepción sobre todo por el grado de sal y la falta de textura de la pieza de rabo excesivamente diluida en la salsa.
Sin embargo, casi a punto de coger la pluma para escribir esta crónica, quedé sorprendido al volver y probar unas exquisitas setas rossinyol con huevo a baja temperatura sobre una deliciosa salsa de mantequilla y finas hierbas muy bien cuajada. Bocado exquisito. Sorbo largo de un Chardonnay de Somontano. La sorpresa vino en aumento al probar uno de los mejores platos degustados últimamente en esta ciudad:
Un cordero deshuesado al horno acompañado de falso rissoto de patata. ¿Cuál es el secreto? Simplicidad y producto. Ese cordero habría estado cociéndose al horno durante cinco horas a baja temperatura simplemente, imagino, con un poco de agua, algo de vino y una buena dosis de cariño. El tartar de tomate que tomé como entrada también vino acompañado de la misma receta: mimo al producto. Sencillez en el aliño.
Nuestra opinión del Restaurante:
Al final, tomen ustedes sus propias conclusiones si visitan ese restaurante y rezen para que el cariño les acompañe.
Puntuación
3/5
Información del Restaurante:
C/Martínez Ferrando, 5
963 51 79 26
www.imperdiblecolon.com