Chema Ferrer
No cabe duda que la variedad gallega de uva blanca godello se ha convertido en la más pujante en los últimos tiempos, reconocida ya internacionalmente y con una demanda en crecimiento. Los orígenes de esta vid son del todo desconocidos, prospera principalmente en el noroeste de España: Galicia y El Bierzo, y también en la comarca portuguesa de Trás-os-Montes, donde toma el nombre de gouveio. Unos dicen que fue obra de los romanos, que trajeron variedades foráneas y las hibridaron con las autóctonas asilvestradas: otras hipótesis afirman que fueron los monjes cistercienses los que en el Medioevo trajeron una variedad blanca borgoñona y la hicieron adaptarse aquí.
La requenense Bodega Ladrón de Lunas cultiva esta variedad en la Finca A Picota, en el término de Cortiñas, Orense. Unas parcelas dispuestas en suaves laderas dedicadas en exclusividad a la godello y que se nutren de sus suelos ricos y fértiles. El terruño, situado a una altitud que oscila entre los 450 y 1.000 metros sobre el nivel del mar, disfruta de un microclima especial, ya que están rodeados de sierras y montañas que las protegen del viento húmedo y frío del Atlántico.
Miñaxoia, aún siendo un vino joven, este vino hay que calificarlo como gastronómico. En copa muestra un tono amarillo pajizo, con irisaciones verdosas. Aromas de ciruela verde, níspero, flores blancas, hierbabuena y té verde. En boca es voluminoso y delicado, con una acidez cítrica que le aporta frescor e invita a beber. Notas de fruta blanca que anteriormente se aprecian en nariz y un final goloso con toques minerales característicos de las parcelas donde prosperan sus viñas.