Vinos de tradición centenaria en la icónica bodega alavesa Viña Real
Chema Ferrer
La centenaria Compañía Vinícola del Norte de España (CVNE) lanzó la marca Viña Real en la década de 1920, una apuesta por los vinos de la Rioja Alavesa, siendo una de las pioneras en la elaboración de vinos de crianza en barricas de roble en la región. El viñedo y la bodega se encuentran en Laguardia, y fue la proximidad de las viñas con el viejo Camino Real lo que inspiró su nombre. Hoy por hoy, la bodega es un moderno conjunto arquitectónico diseñado por el arquitecto francés Philippe Maziéres en 2004 y ubicado en el Cerro de la Mesa. Su aspecto es el de una monumental tina y consta de tres edificios principales más las cavas subterráneas. La luz natural, las cuevas excavadas para almacenar el vino y la tecnología puntera definen esta monumental obra digna de ser visitada. No cabe duda que estas bodegas son ya parte del legado artístico de la arquitectura de las bodegas en España. Philippe Mazières ya venía con la experiencia de haber llevado adelante la construcción en las prestigiosas bodegas francesas Château Margaux y Château d’Yquem. En Viña Real creó una gigantesca barrica a base en muchas de sus partes de cedro rojo del Canadá. En ella se centran las tareas principales de vinificación, la corona un amplio lucernario que ilumina el interior. De ella parten los dos túneles que perforan el cerro sobre el que se asienta y en los que reposan las barricas de crianza. También desde ella se pasa a las naves de embotellado y almacén. Su contemplación, desde el exterior y junto al viñedo es una postal única. La bodega organiza visitas enoturísticas que permiten conocer vinos, viñedos y su extraordinaria obra.
Nueva añada de su rosado
La bodega prepara la salida al mercado de una nueva añada de su rosado. En él intervienen dos variedades tintas, tempranillo y garnacha, y una blanca, la viura. Procede de viñedos entre los 10 y 17 años, en vaso y espaldera. La recogida de la uva se realiza en el momento ideal de maduración. Una vez que los frutos entran en el depósito y después de unas horas de maceración, se realiza un sangrado por gravedad y sin prensado mecánico, para obtener un mosto que pasará a fermentarse entre 20 y 25 días a temperatura controlada, siempre inferior a16 grados centígrados, paso importante para conseguir mantener los aromas primarios intactos. Luego, reposo antes de su salida al mercado con un grado alcohólico de 12,5. Servido, destaca su atractivo color rosa palo con reflejos asalmonados. En nariz, elegante complejidad aromática con recuerdos a fruta de hueso como el melocotón y albaricoque, entrelazadas con notas florales y fondos de fruta roja. Golosa entrada en boca y paso elegante con un retronasal largo y afrutado.